Con el yermo puesto,
me voy a todas las rebajas,
creyendo que la suerte
será mi compaña,
que la brisa se llevará
esa fría distancia,
y que nada me duele,
que soy de hojalata...
Por lo que paso y piso
que no voy esperar,
que de nada me unto,
que no me quiero ensuciar,
que veo veneno donde bebo,
y no miro donde hay que mirar...
Y sé que son grandes las flechas,
pero los ciegos, lo son más....
Otra vez de reojo,
la puerta observa,
el colchón se arruga
y las flores despiertan...
Las pasas repasan,
las agujas se tuercen,
las nubes no cuentan
la luz se estampa y muere...
Y no hay cuchillo fino
para tanto embalaje...
Ni armadura ni escudos
contra tanto coraje...
Sólo hay cenizas de plata...
para un corazón de hojalata...
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