Sauces alegres sonríen al pasar.
Cientos de aves echando a volar.
Despidiendo al caminante.
Y no, no mira atrás.
El viento golpea los árboles.
Se cierne la oscuridad callada.
Destellos de velos lejanos.
Sedosos hilos pegados
a un castillo bombardeado.
Luces de tiempo,
que el caminante no quiere ver,
que agravian su marcha,
y le hacen perecer.
Cruza las charcas.
Empuja las zarzas.
Se quema de ira canina.
Pero no, no mira atrás.
Un río y una espada.
Una roca clavada.
Una madera varada.
Una barca para un navegante.
Una estrella errante.
Para dejar de andar.
Llegar más allá.
Y no, no mirar atrás.
Seguir al sol.
Crear la senda y cerrar los puños.
Pero no, no mirar atrás.
Subir, si toca, y bajar, si se puede.
Correr y volar.
Precipitarse hasta el mar.
Caer y gritar.
Morir en cada paso.
Y no.
Nunca mirar atrás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario