Soy el escarpelo con el que rasgo mi piel cada noche en busca de furia empachante, que desvío los atajos para que no sean confundidos, y aprisiono la muchedumbre que en mi carne duerme.
Soy la paz convocada detrás de cada silencio solemne, que cubre de viejos pretéritos mis verdaderas premisas, donde broto en quimeras irracionales, para poder gritar sin estampas ni borrascas los confines de mis palabras.
Abdico de mí misma y vuelco mi paso, para caer de nuevo en el abismo del fracaso que marco con los pies, sea o no sea el cielo lo que veo de reojo, sea o no sea un sueño lo que vivo esta vez, ahí está mi lengua para romper en mil pedazos lo que mis letras han de barrer...
Rebano, sin cuchillo ni coraje, sin perdón y sin consuelo, el alma que me pesa y llevo dentro. Esparzo las gotas que salpico con las palabras ungidas y con sus prórrogas. Todo con tal de desequilibrar el universo, así sea vertiendo la sal que lo descoordina y lo abanica en sus experimentos.
Allá donde me lleve la voz que se adueñó de mi cordura, iré sin calumnias ni declives, mas sólo quiero cruzar el río aunque me lleve a ninguna parte. Ya que el caduceo que sostiene este temblor es la consciencia y no la prisión que lo enmascara, es la comprensión la que lo conduce a la curiosidad y es el fuero interno la viga que lo hará firme y resistente al tiempo que lo apremia.
Soy el temor a ser, enfrascado en pequeñas dosis, bañado con las decepciones que llegan y las alegrías que se quedan; que está atrapado allá, en las pesadillas, donde otros fluidos se evaporan y el miedo se queda, dentro de la jaula que le hice, para que no me venza.
Soy el vaso medio lleno, que no se puede ni vaciar ni terminar de llenar, pues como agujero que lo impidiera, mi ternura se viste de letras que lo filtran, sazonan y cocinan, pues del calor se alimenta todo ser viviente, y nada escapa de correr cuando el tiempo se siente como chorro de agua cayendo perpetuo…
Aún así, de nada sirve ser pretexto, contexto o calentura. Si se es, ya se es todo. Desde el agujero negro de mayor envergadura, hasta la cuerda más ínfima que hace vibrar esta materia.
Por tanto, soy todo lo que debo ser, todo lo que fui y todo lo que seré. Todo y cada parte de lo que somos, seremos y fuimos. Todo en la misma piel de antes, todo lo que el universo es, ni un fragmento ni un porqué. Sólo aquello de lo que estoy hecha y todo aquello que pueda suponer…
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