"Si mi don es la palabra... el mundo tiene escrito su destino..." Bruma Antártica.

sábado, 20 de junio de 2015

VARAS DE MEDIR

Cuántas varas de medir... ¿cuál es tu rasero? 
¿Con qué excusas delimitas tus sueños? 
¿Por qué a la envidia avariciosa de ese rebuscado amor, 
a veces, se le llama celos, y a veces, posesión? 
Y a veces, tanta presión, para que nadie haga nada, 
sólo dedicarse a llevar la vida ajena mejor que la propia... 

Cuántas flores pisadas... ¿cuáles son tus huellas? 
¿Dónde quedaron las marcas impresas 
para que el destino las descubriera? 
A veces, se ve tanto vacío en los ojos de la gente, 
que el silencio parece la mejor forma de comunicación. 

Las personas no hablan, gritan, 
y ya nunca sonríen, ni tampoco lloran, 
por sí se secaran sus ganas de aguantar un día más. 

¿Cuál es tu postura? ¿Cuál, tu etiqueta? 
Dime que tú respiras donde sólo hablan los dedos 
y que no necesitas medir si el tiempo es de terciopelo... 

La pena ha encharcado el barro, 
que se ha formado alrededor de esa estrecha espesura, 
por la que caminan los que se ahogan en su propia rutina. 
Yo veo cómo todo pasa, 
mientras caigo por el barranco de la inercia que ese desaliento infunda. 
Me despeño entre su zurda cordura 
y mi oscura forma de enfrentarme a la bruma que emana esta marabunta... 
Necesito escuchar tus dedos para no caer en esa madeja de telaraña. 

¿Para qué forzar? ¿Por qué no mejor fluir como cuando se improvisa una canción? 
Con lo a gusto que se está aquí dentro, entre tu pecho y el límite del sol...

martes, 16 de junio de 2015

VERSOS DE MARCA BLANCA


Una palma blanca se lleva la alegría y deja la muerte entre sus dientes. Blanca como una paloma, vuela libre por su boca, y por si se equivoca, recita una letanía peregrina, un son que camina, entre su guarida y la sal de las heridas. Los blancos inmortales dan golpes al aire, atraviesan la fina línea blanca que forma un gran círculo periódico, límbico y silencioso, mientras, poco a poco, la sangre derramada germina y se convierte en un rosal, dependiente de una cánula de hambre y vitamina. Blanca bala, como la suerte y la ironía, en guardia cruza al frente y se detiene esperando el milagro de la vida, estrechando la mano al verdugo que le derriba. El blanco corazón se desangra ferviente y expectante. Sin empujar, sin balbucear, sin complacer a la soberbia ni al orgullo, sin renunciar al murmullo de lo siente más importante. Blanca bolsa de maquillaje, que cubre la amargura y el desastre, que tapa las grietas de un hogar con jardín sin flores, sin puertas, ni paredes, ni estantes. Blancas ganas de comerse la vida, de beberse con pajilla los icebergs a la deriva, y tragarse uno a uno todos los puñales que visitan sus costillas. Inhalando las gotas de lluvia que se pierden entre sus dedos. Matando con arma blanca las agujas de su tiempo. Creyendo que ya muertos, no habrá despedida, ni entierro que dé paso a mejor vida. Caballo blanco que monta tanto como es montado, que cabalgando se lleva las plumas de las blancas aves en paro, que no pueden volar, sino saltar desde lo más alto y planear. Blanco cuchillo atravesando los senderos que marcan sus venas, dejando al caballo enclaustrado en su silla de montar, para que galope en su granero cuando no pueda relinchar. Blancas voces calladas que en silencio gritan su dulce crueldad. Le quitan más de lo que da, le mienten y le dicen que no hay más mundo por el que trotar. Ligeras ropas blancas para un fúnebre cortejo. Tú me amas y yo me dejo. Tú me ganas y yo me pierdo. Tú me dices y yo, consciente, sólo sé creer. Blanco viento de flores blancas que huele a café. Para que el mundo del poder compre otro turno en la blanca costumbre de componer, corromper y recomponer.