"Si mi don es la palabra... el mundo tiene escrito su destino..." Bruma Antártica.

viernes, 20 de enero de 2017

El Dios que somos

Todo fue porque fuimos, somos y seremos. Siempre hemos estado, creando. Somos un fractal de nosotros mismos, de nuestro propio ser intangible. Cada una de tus células eres tú, al igual que cada uno de nosotros formamos, junto al resto del universo, nuestro verdadero yo supremo. Entendiendo esto, se llega lógicamente a la conclusión de que el universo somos nosotros mismos, el universo somos yo.
Aquello que llamamos nuestra esencia, es nuestra verdadera existencia, y todo en conjunto forma una conciencia colectiva en la que nos reflejamos y en la que hacemos que todo se refleje. Todo se comporta como queremos que se comporte. Soñamos todas las posibilidades entre las que escoger, y escogemos la que finalmente llevamos a lo que llamamos realidad. Somos creador y creación. Nos creamos así, tal cual somos, sin dejar de ser lo que hemos sido siempre. Somos capaces de construir lo que llamamos futuro desde nuestra mente. Inventamos el tiempo para dar fe de nuestra existencia. Pero no está únicamente por los humanos corporeos en los que nos hemos metido, sino por cada ser, materia o energía que conforma el total. No tenemos la exclusiva, no somos más especiales que el resto del universo. Somos el observador y el observado. Somos el criterio, la norma y la escepción. Somos una posibilidad más, sólo que preferimos que esto que somos se manifieste por encima de lo demás, le damos la importancia más conveniente para la minúscula existencia que nos hemos dado, tan sólo, por el mero hecho de la experiencia. Experimentar la vida, la manipulación de materia, para lo que hemos creado un sentido, una razón. Lo que nos falta recordar es el motivo, pero nuestra variación depende de lo que consigamos significar.

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